sábado, 31 de octubre de 2015
jueves, 29 de octubre de 2015
Tú
Me gustaría saber qué ha sido de ti. Desconocía que ahora habitabas La Ciudad. ¿Recuerdas cuando soñaba con que fuese mía? Ahora escucho bien tus palabras, era tan ingenia como siempre. La Ciudad no pertenece.
En toda aquella ingenuidad, hoy disuelta entre aguaceros de estaciones violentas, aún se riega el verdor de la esperanza en reencontrarte entre la gente. Ahora en un espacio más grande, ahora entre más cuerpos, ahora entre más noches y ambrosías.
Vendrás entonces coronado de hiedras, semejante a un dios Baco, incitando a la fiesta que tu boca celebra. Roja de tinto y carmín, nos buscaremos en el dorado que solo refleja tu copa al presentarse medio llena. Seremos, entonces, de nuevo. En otro tiempo, en otro lugar,en otras vidas. Volveremos a salvar(nos) el mundo.
martes, 20 de octubre de 2015
martes, 13 de octubre de 2015
Los hechos que me llevaron a esta coyuntura, fueron los mismo que hoy me hacen dudar de ella. Acaso mi obra maestra, coraza ferrosa e ignífuga, forjada a propia hoguera y hielo seco, había comenzado a quebrarse tiempo atrás.
Sí que había miedo.
Había miedo a ámbitos desconocidos, a saberme de nuevo diminuta, a no dejarme medrar. Era yo siendo terceros, y por primera vez como Carraway: Me hallaba dentro y fuera.
Ay, pequeña, en quién brotasen ahora tus quince y guardare la misma sonrisa! ¿Recuerdas cómo nos conocimos? Reconócete en aquello que fueres, porque no formas más que lo que entonces esperabas.
ª... Mira lo que tienes. Mira lo que dejas. Palpa la vida. Pasarán las horas, llegará el tiempo, marcarán tu rostro pero, no te importe ni te turbe, no acongoje ni te espante. Ojalá te señalen pronto las profundas cicatrices. Dirán en tu defensa lo que un día ya quisiste:
Sé feliz. Siempre.ª
(Y recuerda el único miedo a no sentir nada)
lunes, 12 de octubre de 2015
martes, 6 de octubre de 2015
Será que estamos a principio de mes, o que las hojas empiezan a perder el verde. Que ya tengo otra ciudad, que no te escribo en los rincones, que no me suenas en las calles, que ya no entras en mis vaqueros. Será que ya no eres, pero no reconoceré jamás el dolor que me supone odiarte así.
Para que, además, ni me hagas escribir algo bueno.
jueves, 1 de octubre de 2015
Años en primavera
Pero ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma.
El exterior ya no es el mismo. Ya no queda astro o piélago y, ardiente por destrozarnos, Eolo viste su capa más gris y se funde con el estruendo de la urbe.
Tú eres ese septiembre. Ese que arranca el tono glauco a las flores, ese que usurpa el pigmento cetrino a la hierba, el mismo que hurta en mi verdegal y escapa ileso bajo la picaresca.
Entre tanto, neófito e inexperto, tiñes tus fauces más ciertas con el cromatismo de las delicias que quebrantas.
Pero aún me queda la esperanza que me confiere saber que todo verde para nutrirse necesita agua, y si hoy tus ojos lucen brillantes y su gama es viva que nunca, es porque te han provocado algún aguacero al saber que se aproxima Septiembre.
De trazos antiguos
Tú, por el cielo, mi niño. Mi pequeño y adorable niño. Cuando cierres los ojos, cuando no queden hadas, cuando los infantes crezcan y te aterren los padres, entonces.
El cuerpo se asemejaba a una máquina perfecta que aún no supiere controlar. Cómo resistía cada día, cómo llegaba a punto al siguiente, cómo cruzaba la meta en la línea de tiempo. Son cosas que aún ahora desconozco.
Algo se movía y yo era capaz de percibirlo. Formaba parte de esa traslación que días atrás me fue desconocida. Por primera vez era sol y era tierra. Había satélites y sistemas. Podía ver aurora y nebulosa.
Subía tan alto que soñaba, ansiosa y suicida, la caída.