martes, 2 de febrero de 2016

Y aún harta de pastillas, sumergida en jarabes y perforada de vías, soy capaz de abrir los ojos si pasas al lado

domingo, 31 de enero de 2016

(...) y podría decirte el día de tu cumpleaños, los diálogos completos de tu cinta favorita o todos  los versos de La Odisea. Pero lo mejor seguirán siendo
T O D A S

E S A S

C  O S A S

Que nunca voy a poder decirte

domingo, 24 de enero de 2016

Qué bonito que tu objetivo sea salvar vidas.
El mío solo es destrozártela.
Perdona, amor mío, por  ser ar(t)ista
Tengo una necesidad imperiosa de escribir y enamorarme. De enamorarme de un intangible, de algo real, de lo ficticio, de aquello que no pueda dañarme.
De enamorarme, después de todo o antes de nada. Creo que es una buena señal.
Dicen que hoy se alinean los planetas. Que Venus, Marte, Mercurio, Saturno y Júpiter van a unir sus fuerzas durante un mes. Que solo ocurre una vez cada diez años. Que, vamos, es algo tan excepcional como que yo me enamore.
Y digo yo, ya que estamos ¿Por qué no lo celebramos y me besas?

sábado, 16 de enero de 2016

(...)365 días del día de 125 horas. Madrid era una fiesta, y las oportunidades pasaban como trenes. Trenes que no sabíamos cuando arribaban. Madrid era una fiesta y yo corría a una figura perdida en Sol. Madrid era una fiesta y una voz imponente y majestuosa nos lo anunciaba. Madrid era una fiesta y las luces competían con nuestro fulgor y la noche se iluminaba con nuestras miradas. Madrid era una fiesta y el sueño nos vencía en casas desconocidas, entre elixires etílicos y mejunjes medicinales (...) Madrid era una fiesta y tú, aún, no estabas invitado
Tenía pequeños detalles que endulzaban la vida, o al menos la concepción que ella tenía de esta. Siempre llevaba una taza de café, supongo que descafeinado, aunque por su energía constante no me habría extrañado que toda la mezcla estuviese impregnada de cafeína. Traía magdalenas por la mañana y regalaba entradas de cine. Llegaba tarde a la habitación, pero siempre pasaba antes por la biblioteca para darnos las buenas noches. No consentía beber refresco si no era en vaso, enviaba cartas, amaba el color rojo y tenía una obsesión, cuasi enfermiza, por hacer sus libretas ininteligibles.

Yo creo que era feliz, o al menos lo fue durante un tiempo. Tenía una sonrisa bonita y una curiosa forma de amar. A veces parecía una madre, otras daban ganas de amarla con pasión y, la mayoría, resultaba un enigma atractivo al que pocos podíamos llegar. Poseía una capacidad increíble para disfrazarse y jamás, jamás, la vimos llorando.

Yo creo que era feliz, o al menos lo fue durante un tiempo.



Así que has conseguido lo que querías: Ponerla bajo tu mando y volverla una friky de mierda.

¡Qué bien! ¡Cuán guay!

Pues a ver si ella te recita los siete tipo de lucha Jedi como podría hacerlo yo.





















Y tú dirás que no es nada, pero a mí ya me caía mal desde un principio y no sé si son celos, intuiciones u orgullo. En realidad, ni sé si me gustas, ni me atraes o si me aburro. No sé si quiero dos abrazos o un beso. No sé ni qué ni quién es mi director de cine favorito, cómo voy a saber qué carajo siento.
Yo no sé si serán tus ganas o mis huidas. Que el frío ha vuelto o que el verde se apaga. Yo no sé si será febrero o marzo, pero es ver que va a doler y de repente no sentir nada
y, oye, que después de todo no está tan mal