"Por eso, pequeña, no sientas miedo, no eches de menos nada, disfruta, disfruta de la niñez. Vive. No llores, no llores, aleja de tu esa sensación de que nada bueno puede pasarte. Eh, eh... Mírame, tienes sueños, tienes ganas, ilusión, energía. No te preocupes no sufras, que todo va a pasar. Crecerás, cumplirás muchos de tus sueños, tendrás un grupo de música, un chico que va a quererte, unos amigos que jamás olvidarás... Sí, te partirán el corazón, pero eso te hará más fuerte. No lo olvides nunca, eres fuerte, muy fuerte. Y cuando menos lo esperes aparecerá la razón de tu vida, encontrarás el Arte. No temas lo que te está pasando, hay muchas cosas que tardarás mucho en entender. El motivo por el que lloras, qué te hace tan triste, por qué no le pasa a los demás niños.... Son cosas que no entenderás hasta que seas mayor. Pero no temas, yo voy a estar aquí para cuidarte, para protegerte, para decirte que no va a pasar nada que no tenga que pasar. Me gusta como eres, y tienes que ser así para que yo exista"
Y estas fueron las primeras palabras que dirigí a mi niñez. En cada una de ellas cayó una lágrima, pero tenía que ser fuerte, debía superarlo. Nunca fue fácil, pero hay que saber curar las cicatrices. Aunque duela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario