lunes, 20 de febrero de 2012

EL problema era que, mientras yo era la puñetera jipster americana que tanto odiaba, ella era París.
Tenía que asumir que yo no era aquella cuidad, tampoco era ya mi ciudad, no creo que tenga una ciudad en el mundo, estaba empezando a ser parte de ese colectivo americanizado que tanto odio, una repercusión más de la globalización. Aunque claro, es tópico"Amelie" también lo era.

Bah, daba lo mismo, seguía sin ser La Ciudad, y por más tacones que me pusiera nunca podría llegar a su altura.
Ellos (él), sin embargo, había tocado la antena de la torre Eiffel sin ni siquiera levantar los pies del suelo.

Qué le vamos a hacer, era su medio, su campo, su mundo, su vida.

ah, me vuelvo desviar del tema, todo esto venía a que nunca llegué a ser París.
O al menos, nunca volví a serlo.

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