Una barra, una cerveza, una persona. Personas en el metal, cabizbajas y deprimidas, buscando respuestas en el fondo de alguna burbuja de tirador. No hay más que su reflejo en ellas
Un señor mayor mira su cigarro y decide encenderlo lentamente. Lo introduce en una boca casi sin dientes e impregna toda la estancia con su olor. Hay una chica, relativamente joven, sentada en la barra, esperando que un caballero, que nunca se acerca, la invite a una copa.
El lugar empieza a llenarse de gente, de historias, de vidas, de intenciones... Y la noche nos sumerge en su atronador encanto, dejándonos ser una esencia más de esas que pisará el bar esta noche.
Qué mala persona, dejándonos ser uno más de la noche
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