Y así pasaban las tardes, siendo poco productivas, ahogada en lágrimas ante cualquier contrariedad, ante en más mínimo contratiempo, ante la más nimia pregunta sobre mi futuro.
Volvía a vivirme en la gente, en las personas, en los retales. Pocas veces si no era en ellos podía realmente encontrarme. Terrible, sin duda. Era Terrible. Volvía a "no ser" sin un tercero.
Quizás es que me daba demasiado miedo quedarme a solas conmigo misma.
O no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario