lunes, 26 de marzo de 2012

Retales de relatos, O si cumpleindo la legalidad todo vale

(...)
En todas las mañanas le veo. Allí, siempre en el mismo sitio, simpre vestido de la misma manera, siempre tan asquerosamente sonriente.

No sé el tiempo que lleva en este sitio, aunque reconozco que la primera vez que me fijé en usted no fue en este entorno. Nunca me habria fijado en usted dentro de ese entorno, no es porque resulte vulgar ni nada de eso, oh no, a mi corta edad ya me he librado de prejuicios y demás vanidades. Simplemente voy demasiado atareada como para pensar que puedo encontrar algo sorprenderte.

Tampoco tomo mucho cuidado ,ni recato, alguno cuando paso delante suya, ni veo porqué hacerlo, resultaría absurdo, de hecho nunca me lo he planteado, simplemente el estar suponiéndolo me resulta penoso.

Parece ser que usted tampoco toma recato alguno fuera de este ámbito, póngase por máxima la eficiencia en el puesto y la legalidad, ante todo. Apartado estos impedimentos, sé que no se priva de decir o hacer nada de lo que le apetezca.
No voy a negar que esa moneda de doble cara que es usted me encanta. Hasta un punto en el que comenzaría a rozar lo depravado o lo ilícito.
No sería de extrañar que, dada mis observaciones, no sea la primera "Lolita" con la que se encuentra, y seguramente tampoco sea la última, sabemos ver más allá de una camisa perfectamente planchada y una corbata, y he(mos) de decirle que hay actitudes que no se pueden disimilar.

Sabiendo que yo, posiblemente, haya cruzado una o dos veces escasas su pensamiento, he decir que no me importaría cruzarlo alguna que otra vez más, aunque sea con el semaforo en rojo y riesgo de atropello. Posiblemente ni piense que me produce esto, ni imagine que sea capaz de escribirlo de forma tan directa y clara.
Le diré la verdad, yo tampoco, pero cosas peores (le, me) he visto.

Sin más rodeos, Señor-hombre-chico de la jodida sonrisa y el detestable parecido con mi amor platónico, sepa usted que cada vez que me lo encuentro me planteo cómo puede ser que aún siga soltero o que no tenga ninguna "amiga" conocida, y empiezo a pensar, e intentar convencerme, de que cuando le conocen pierde usted su encanto por que tiene algún terrible defecto, pero yo no se lo veo.
Total, para las cosas que se me pasan por la cabeza no hace falta que nos conozcamos mucho.

Atentamente, desde la legalidad ( o casi)
La chica del pelo rojo

1 comentario: